Ubicado en un pequeño y nostálgico pueblo, entre las ciudades de Heidelberg, Mannheim y Schwetzingen, este tranquilo hotel es ideal para pasar una agradable estancia alejado del ruido del tráfico. Cuenta con unas habitaciones de estilo francés-mediterráneo y sirve lo mejor de la cocina regional e internacional, que puede saborear en el jardín o el comedor del restaurante. Durante los meses de verano, puede relajarse entre las paredes areniscas del pintoresco patio interior o cenar bajo los castaños.
Un caserío berciano con apenas vecinos guarda un bosque húmedo y vibrante donde el agua, la bruma y la poesía conviven como si el tiempo se hubiese de...
En un rincón de Burgos, un pueblo pequeño convive con restos pétreos de coníferas gigantes que sobrevivieron al tiempo y hoy marcan su identidad entre...